jueves, 1 de abril de 2010

CONCIENCIA CUÁNTICA CON CIENCIA, FILOSOFÍA Y ARTE

Lo peor de algunas noticias periodísticas es que no den las fuentes apropiadas. EL ESPECTADOR acaba de cometer ese pecado con la nota periodística titulada BUSCANDO A DIOS EN EL CEREBRO y subtitulada, más apropiadamente,
Monjes tibetanos, monjas carmelitas y pacientes con tumores cerebrales ofrecen pistas a la ciencia sobre las rutas de la religiosidad entre las neuronas

“Los resultados sugieren que estas experiencias son complejas y multidimensionales, implican cambios en la percepción (visual), en la cognición (representación del yo) y la emoción (paz, disfrute, amor incondicional)”, concluyen los expertos. Otros, un poco más arriesgados, conjeturan que el patrón de activación cerebral es similar al de mujeres enamoradas ante imágenes fotográficas de su amado. Eso está mejor.
Sin que la ciencia me permita creer en el budismo (menos en otras creencias más absurdas desde el punto de vista científico), soy un admirador del último Dalai Lama, Tenzin Gyatso, el del cruce de dos caminos, ciencia-religión. En su libro “El Universo en un átomo” he encontrado una fuente de inspiración para seguir explorando EL EFECTO DIOS. Éste es el título de un libro, en inglés desafortunadamente para la mayoría de mis lectores,escrito por un físico, Brian Clegg. En el curso que el autor de estas notas ofrece a estudiantes de todas las facultades de la Universidad Nacional de Colombia, Cuántica para todos y para todo, se discuten estos temas. Las acciones fantasmagóricas a distancia dieron al traste con las creencias de Albert Einstein en la denominada mecánica cuántica, a pesar de haber sido uno de sus gestores (mató al tigre y se asustó con el cuero) y le llevaron, ahí sí, a cometer el peor error de su vida: abjurar de la nueva ciencia cuántica. (Einstein declaró que su peor error había sido introducir la llamada constante cosmológica, pero no fue así; ésta ha sido resucitada por la cosmología postmoderna.)
Esta semana en el CERN (Centro Europeo de investigaciones nucleares) se llegó a la primera prueba exitosa del gran colisionador de hadrones (LHC, por sus siglas en inglés), después de transcurridos casi dos años desde el primer gran fracaso. Se espera que a fin de año se alcance la energía que se requiere para localizar a la llamada partícula divina, el hipotético bosón de Higgs. Los físicos que no somos particuleros (en el argot soy solidista) sabemos de la gran trascendencia de los resultados, confirmen o no la hipótesis de Higgs.
Pero yo soy más que solidista, Graciasadios. Así se denomina una muy pobre población mexicana, allá por el rumbo de Aguascalientes. Pedro Páramo, de Juan Rulfo, tiene en común con el Aleph, de Jorge Luis Borges, el haber llevado a la literatura lo que la física cuántica introdujo hacia 1930: vida y muerte a la vez, como en el gato de Schrödinger; los múltiples caminos que se recorren simultáneamente o los universos paralelos que se viven al mismo tiempo se dan en esa no-ficción literaria (recuérdese que con ellos, con Gabo, con Sábato y con los otros hemos vivido el realismo-mágico).
Lo que se observó en los monjes que entraban en meditación profunda y recreaban un estado de amor por las criaturas del mundo fue un aumento en las frecuencias eléctricas entre 25 y 42 Hz (frecuencias gamma), que en otros experimentos se han relacionado con estados de conciencia muy focalizados. Eso es neurociencia.
Pero la noticia nos lleva más lejos. Daniel Goleman introdujo recientemente el polémico término INTELIGENCIA SOCIAL. En realidad no fue el primero. Siguiéndole los pasos a José Antonio Marina, yo mismo especulé un poco sobre fenómenos de coherencia en el terreno social cuando me propuse, apoyado por un centenar de colegas, fundar BUINAIMA.
El blog del 7 de febrero toca tangencialmente el tema. Un poco más se dijo en la conferencia con el mismo título del blog, con la cual se dio comienzo al Coloquio de Física Bicentenario el 9 de ese mes. Mucho más tengo para decir (y escribir) en el curso de libre elección referido y en la continuación del libro que de allí surgió: UNOS CUANTOS PARA TODO, II. La segunda revolución cuántica. Los físicos ortodoxos no gustan meterse en estos temas. Afortunadamente no me considero ortodoxo. No tengo el formalismo cuántico como religión, no me identifico con religión alguna. Desde mi escepticismo, graciasadios,creo que no se necesita ser religioso para comportarse socialmente bien. Basta con el cerebro humano, siempre y cuando no se le divorcie de los sentimientos. Que los sentimientos sean razonables y que la razón sea sensible, como nos aconsejara Federico Schiller. Eso solo se logra uniendo a la conciencia, a su búsqueda, arte, ciencia y filosofía. No solo debemos buscar la partícula divina. La ciencia, el arte y la filosofía, o más breve, la estética, la ética y la verdad científica deben ponerse al servicio del Hombre, como especie.