CUANDO UN NARCISO DIRIGE EL DESTINO DEL MUNDO
ese mundo está en peligro de colisión, mucho más si el narcicismo está acompañado de la estupidez.
Es posible, mas poco probable, que en un futuro remoto a la era que vive
Estados Unidos hoy y que afecta al mundo entero, ahora mismo a sus vecinos del
Sur que otrora fueran dueños de una tercera parte de ese enorme territorio, se le
reconozca todavía con ese nombre: Era
Trump. Me alegra pensar que en rigor de lo que se trata es DEL DERRUMBE DEL
NEOLIBERALISMO Y DEL COLAPSO DE LOS AUTORITARISMOS. O a la inversa: El colapso del neoliberalismo y el derrumbe
de una hegemonía. Procediendo por el método de reductio ad absurdum, se encontrará finalmente un nuevo rumbo no
solo para esa nación sino también para el sapiens. Esa sería una excelente noticia y
habría valido la pena la dolorosa experiencia. A lo mejor en la historia de ese
país y de rebote en el resto del globo se mire aquello, con Estupor, como Una terrible pesadilla: la globalización es imparable. Si los
pronósticos más pesimistas se cumplen, nos consuela pensar que a ese tipo de debacles mundiales suelen sucederle periodos de avances formidables de la humanidad en las ciencias, en las artes, en las tecnologías, en nuevas formas de ver e interpretar el mundo, en el reconocimiento de valores trascendentales que se incorporan al saber ancestral. Ha habido en las últimas décadas progresos científicos
y tecnológicos, también filosóficos y artísticos, que podrían hacer del futuro próximo
de la humanidad una era o periodo promisorio. A lo mejor llegue, después de la
tormenta, un tiempo más largo en que la especie merezca el calificativo de sapiens sapiens que se anticiparon a
darle los paleontólogos del siglo pasado. Hace 20 años Margulis y Sagan
propusieron el de insapiens insipiens.
El personaje de marras es un buen exponente de esa especie. No creo, pues, en
el calificativo empleado por un gran historiador judío que escribió
recientemente el texto Homo Deus.
Me prometí no utilizar en este texto ese
apellido que al pronunciarlo bien en lengua anglosajona suena como trampa en español; por coincidencia
curiosa, en inglés tiene acepciones más negativas que positivas: es
modificación o alteración fraudulenta de
triumph, triunfo, victoria; originalmente
significó una victoria decepcionante; es también el juego de cartas que supera
cualquier otra opción; pero es más bien una forma de obtener la victoria sin
escrúpulos, ganar con juego sucio, por lo que juzgo adecuado el título dado a
esta columna para imaginar lo que viene.
Los protagonistas principales en los
autoritarismos de todo tipo han tenido una característica común: el narcicismo. Sus aliados a menudo son
narcisos. No sabría qué decir de quienes los siguen. Pero es precisamente ahí
donde entra en escena la teoría de juegos… cuántica. El inesperado resultado
del plebiscito en Colombia, incidentalmente por la misma época en que se
produjo el Brexit en el Reino Unido
y, poco después, el resultado electoral (minoritario, valga la aclaración) en
Estados Unidos, son ejemplos que ilustran los extraños comportamientos, si bien
no cuánticos, dignos de un análisis semejante.
En el diario español EL PAÍS de hace
poco más de un mes un columnista hacía una interesante comparación entre el
magnate norteamericano y el fundador de Wikileaks. Y es que Assange terció en
la campaña en forma tal que el vencedor declaró sin escrúpulos: Amo a Wikileaks. Lo que destaca el
columnista es la característica fundamental de los dos: el narcicismo. Hemos
conocido alianzas similares en campañas presidenciales recientes en Colombia. Una
conclusión salta a la vista: se puede ser a la vez pro y anti, como ocurre
con el gato cuántico de Schrödinger, vivo
y muerto al mismo tiempo. Es como
decir genio imbécil. ¡Vaya contradicción!
Idiot savant es un término aceptado
en psicología del desarrollo; pero ese es otro asunto.
En una jugada maestra de ajedrez
internacional, el presidente ruso estableció un entrelazamiento cuántico
perfecto con su homólogo norteamericano. Por eso ahora cada uno sabe lo que le
pasa al otro o la ficha que moverá su aliado
en respuesta a cualquier jugada, porque están en correlación no local perfecta,
en riguroso entrelazamiento cuántico.
No solo desde el Departamento de Defenda, también desde Hollywood, hay severas críticas
al nuevo esquema de seguridad de Estados Unidos. La más sonada ha sido la de
Angelina Jolie. Más significativo quizá fue el discurso de Meryl Streep con
ocasión de la entrega de Globos de Oro 2017, en el que no menciona al protagonista principal por su nombre. Artistas de verdad (no hago
referencia a los que son simples comerciales o comerciantes), creadores que se
respeten, investigadores que presuman de objetividad, no se prestarán para hacerle el
juego a un imbécil narcisista. Pido disculpas por utilizar un epíteto tan
fuerte. Sirva la oportunidad para aclarar que el segundo calificativo está a
menudo cargado de genialidad. Por eso resulta todavía más paradójico, otro
resultado extraño del juego de probabilidades, que pueda calificarse de idiota
a quien ocupa una posición tan importante para el mundo entero. Algunos creen
firmemente que ese loco (muy cuerdo a
la vez, por un extraño comportamiento cuántico que se explica invocando el
principio de superposición) no terminará su periodo.
Si se mira con atención la planilla
de asesores y de cargos principales escogidos por el actual presidente
norteamericano, se concluiría que han sido puestos allí para causar el mayor daño posible. Ilustrémoslo con dos casos que
no han sido suficientemente resaltados por la prensa, particularmente el
primero. La encargada de la cartera de educación no cree en la educación
pública. El encargado del medio ambiente no cree en el cambio climático. Saquen
ustedes sus propias conclusiones. Varios premios Nobel en las diversas
categorías ya se han manifestado públicamente. Les remito a un blog que desde
hace unos años sigo con devoción: ciertaciencia.blogspot.com. Sí, la ciencia es política: ese es el
título de la entrada. La lluvia de críticas, ante los esfuerzos por volver
realidad sus absurdas propuestas de campaña, sigue sin parar en el mundo
entero.
¿Y en Colombia qué pasará? Otro juego
cuántico digno de la sociofísica y de la econofísica. Por fortuna, aunque no de
la mejor manera, los Acuerdos de la Habana han podido seguir avanzando, en
medio de las vicisitudes de un país convulsionado por los diarios
acontecimientos que atentan contra la convivencia pacífica. Ahora que el
fantasma de las FARC no puede invocarse para explicar los descalabros
económicos del sistema y se acepta que la corrupción causa más daño que la
violencia, aunque son hermanas
entrelazadas, resulta imaginable para el futuro de nuestra nación un mundo mejor. Este es el año del
Sesquicentenario de la Universidad Nacional de Colombia. Nuestra Alma Máter tiene mucho que contribuir en el proceso de consolidación de la paz, aunado estrechamente al desarrollo científico y tecnológico, un desarrollo que sea a la vez humano, integral, equitativo y sustentable, DHIES. Los acuerdos de paz
deberían servir para que tengamos la
segunda oportunidad sobre la tierra que no tuvo “la estirpe desgraciada de
Aureliano Buendía”. Con motivo de la celebración del segundo centenario de la
Universidad de Antioquia, inicialmente “Colegio Nueva Fundación de San
Francisco”, el gran maestro y Nobel de literatura Gabriel García Márquez escribió
un elocuente texto que sigue sirviendo de aliento en momentos difíciles, como
lo es sin duda alguna la época actual. Su discurso, «La Patria amada, aunque
distante», se leyó durante la ceremonia inaugural del Simposio Internacional: Hacia un nuevo contrato social en ciencia y
tecnología para un desarrollo equitativo. De él destaco:
“que el mal que nos agobia ha de
durar mucho menos que el bien y que sólo de nuestra creatividad inagotable
depende distinguir ahora cuáles de los tantos y turbios caminos son los ciertos
para vivirlos en la paz de los vivos y gozarlos con el derecho propio y por
siempre jamás.”
Para la generación joven llamada a
cambiar el rumbo de nuestra nación, y quienes están inscritos en esta
asignatura son dignos representantes de ella, es desconocido que hace ya casi
un cuarto de siglo se hizo en Colombia una propuesta que se denominó Colombia al filo de la oportunidad. De
ahí surgió, una década después, una organización que represento y que tiene un
significativo nombre: Buinaima. Por
ese único encargo y tal vez por ser uno de los más viejos profes de la Nacho pertenezco o me muevo también en otros grupos;
en particular formamos parte del Foro permanente
de ciencia y educación para el desarrollo y la paz. Es una pena que en
Colombia la ciencia y la educación sean dirigidas por los políticos de turno.
Es una vergüenza que a los cacareados discurso del postconflicto, en un tema tan
crucial para la paz como lo es la educación se pretenda utilizar la difusa
política del fast track … parece que
también en la política científica.
Sea,
pues, el momento para comprometerme con ustedes, queridos estudiantes del curso
Cuántica para todos y para todo, a
invitarlos a que examinen, dentro de la teoría de juegos cuánticos, al menos
guiados por tan complejo malabarismo, la situación que se vive en el mundo
entero, pero especialmente en lo que nos afecta. Para simplificar, les doy un
resultado posible: el colapso del
neoliberalismo y el derrumbe de un
imperio. De lograr una explicación a lo que está pasando, estarían ustedes
inaugurando el nacimiento de una nueva ciencia: Sociofísica cuántica. Por ahora les hago entrega del primer tomo de una
pentalogía que estoy empeñado en escribir: Quantum
Sapiens I. (Puedo enviarlo en pdf a quien lo solicite.) Bienvenidos con
todas sus críticas y sugerencias a este curso que hoy empieza con un nuevo formato.