domingo, 15 de mayo de 2011

LA REFORMA A LA LEY 30 NO ES UNA REFORMA

¡Qué regalo para los educadores en su día!
¡LA PROPUESTA EDUCACIÓN COMO MERCANCÍA NO PASARÁ!

Sobre la fallida reforma podrían escribirse cientos de páginas o una sola frase. De hecho, han corrido ríos de tinta. Los académicos esperamos que siga siendo así, aunque a la postre la decisión ya esté tomada. Si prefieren la salida fácil, déjenme decirles que la educación como mercancía es el nuevo concepto que los neo-neoliberales (“más papistas que el Papa”) están vendiendo en el marketing de la competitividad.
El Gran Maestro Guillermo Hoyos Vásquez subraya en su artículo “La educación es un derecho y no una mercancía” que fue en Bolonia donde surgió la universidad hace 10 siglos y donde ha comenzado a morir hace 10 años: su mercantilización está a la orden del día. Pero nuestros gerentes de la educación fueron mucho más lejos: están superando a todos sus maestros.
El mundo desarrollado de hoy lo es porque se ha incorporado a la Sociedad del Conocimiento; vive en la Era de la Información. Países como Brasil, China, Finlandia, Singapur, para tomar en orden alfabético 4 ejemplos con diversos esquemas económicos, entre los citados por Andrés Oppenheimer (Basta de Historias, 2010), tomaron la decisión política de ponerse a la vanguardia en educación y lograron dar el salto al desarrollo. Es posible que aun en ese mundo, del cual nos separa una brecha cada día más honda, se haya echado al olvido la profunda diferencia que existe entre conocimiento y sabiduría, entendida esta última como “el uso apropiado del conocimiento en los asuntos humanos”, como lo sugiriera Sidney Hook, o mejor aún, “la concepción justa de los fines de la vida”, en la cosmovisión de Bertrand Russell, o al menos lo que en la Grecia Antigua se entendiera como tal y diera lugar a la filosofía clásica occidental, superflua para los nuevos gerentes de la educación. Extrañamente en algunos modelos de desarrollo se valoran poco las artes y las humanidades, al menos en lo que atañe a la educación para las masas. Ello no impide a sus gobiernos satisfacer, de alguna manera, el principio de progreso resumido en "mejorar la calidad de vida", aunque el concepto sea uno de los más subjetivos y los logros que se obtengan lo sean en gran medida a expensas de los no desarrollados. Ninguno de los 4 ejemplos citados era prototipo de desarrollo hace unas pocas décadas, de tal suerte que sí se puede sin hipotecar a las futuras generaciones.
Me atrevo a asegurar que quienes propusieron calificar a ésta como la Era de la Información no tenían muy claro el significado físico del término, así que recurrieron de nuevo a un concepto difuso, más que el de calidad de vida, inspirados en la tecnología digital y la información virtual. En principio las nuevas t.i.c. (tecnologías de la información y de la comunicación) permitirían una popularización mayor del conocimiento, lo cual no es del todo cierto. Para la Universidad Global, empero, se abrieron enormes posibilidades. ¿Cambia por ello el concepto clásico de universidad? No totalmente, queridos ministra y viceministro. La universidad latinoamericana está en plena juventud y remozará el concepto, para bien de la humanidad.
Mi interés al escribir esta nota estriba en la importancia que debe darse a la educación pública de calidad, importancia que la UNESCO ha tratado de resaltar en distintos documentos. La educación encierra un tesoro puede servir de ejemplo. (Jacques Dellors, UNESCO, 1996.) Sin que sea, desde mi punto de vista, el modelo más apropiado, Metas educativas 2021: la educación que queremos para la generación de los bicentenarios (OEI, 2010), documento firmado por el Estado Colombiano y los estados iberoamericanos en su versión definitiva aprobada en septiembre del año pasado, durante el Congreso Iberoamericano de Educación, cumple también una importante función en ese sentido. Solo podrá lograrse una educación superior de calidad si la básica lo es. Dedicaré unos pocos párrafos a subrayarlo. No puede pasar inadvertido el texto que leyera William OSPINA en la Ceremonia de Apertura de la conferencia, titulado «Preguntas para una nueva educación» (Una nueva educación para una nueva sociedad, disponible en nuestra página:
http://www.ethosbuinaima.org/userfiles/Una%20nueva%20educaci%C3%B3n%20para%20una%20nueva%20sociedad.pdf). En el discurso de apertura, el Secretario General de la OEI decía:
“Hemos de ser innovadores y mirar hacia el futuro. Hemos de apostar en nuestro esfuerzo colectivo por abrir nuevos caminos en la educación. Sin duda, el logro de las competencias matemáticas, lingüísticas y científicas ha de estar en el centro del quehacer educativo. Pero no podemos olvidar el papel de las artes, de la música, de la cultura, del deporte, de la lectura, de las nuevas tecnologías para la construcción de una ciudadanía multicultural en la que tan importante es aprender a conocer como aprender a convivir, aprender a sentir y a conmoverse, aprender a ser solidario, justo, leal y honesto”.
En la XVIII Conferencia Iberoamericana de Educación celebrada en El Salvador en mayo de 2008 se produjo la primera versión del documento promovido por la OEI a que nos hemos referido. La declaración de El Salvador, signada por todos los países, aprobó el siguiente acuerdo:
Fortalecer las políticas educativas y culturales, tendientes a asegurar el derecho a la educación de calidad desde la primera infancia, la cobertura universal y gratuita de la primaria y secundaria y a mejorar las condiciones de vida y las oportunidades reales de las y los jóvenes, que permitan su crecimiento integral para lograr mayores niveles de inclusión y desarrollo social en nuestros países y avanzar en la consolidación del Espacio Iberoamericano del Conocimiento, en el marco de las Metas Educativas 2021.
La Ministra de Educación decía recién posesionada: "La mala calidad de la educación es causa de más desigualdad y más pobreza. Para mejorarla es importante hacer una gran cruzada nacional y convertir el mejoramiento de la calidad educativa en un propósito nacional. La educación y el conocimiento son las principales locomotoras que tiene un país para salir adelante, para superar la pobreza, para superar las grandes brechas de inequidad, para poder formar unos seres humanos que puedan ser competentes y competitivos". A renglón seguida señalaba 5 énfasis sobre los cuales trabajaría el Gobierno: educación de calidad para todos los colombianos; desarrollar e implementar la política educativa para la atención integral de la Primera Infancia; cerrar las brechas de la inequidad en cobertura y calidad; educar con pertinencia para la innovación y la productividad; y mejorar la eficiencia del modelo de gestión educativa. Difícilmente se puede estar en desacuerdo... salvo en lo que parece entender la Ministra por pertinencia y eficiencia del modelo. A mi modo de ver, las propuestas desde su ministerio van en contravía de los énfasis, al menos de los primeros.
Sirva esta introducción para subrayar que “a la Universidad, como Universidad del Estado, corresponde, además de educar y pensar, encontrar salidas a los problemas de la sociedad; su tarea es fundamental para la definición y para el cumplimiento del proyecto social”. (Guillermo Páramo, ex rector de la Universidad Nacional.) Esa Universidad, pues, ha de tener una clara conciencia colectiva social. A ese carácter misional se agrega otro que los entes gubernamentales no deberían tener dificultad en reconocer y aceptar: el carácter racional de su estrategia. Eso es lo que da validez a su autonomía. Es lo que deslinda, de paso, los intereses económicos directos de su campo de acción. El interés de esa universidad sí es el desarrollo, pero en el largo plazo: es la sostenibilidad o sustentabilidad si lo prefieren.
Ley 100 para la Educación

En columnas anteriores nos hemos referido al símil entre las dos: la vigente ley 100 para salud y la propuesta en ciernes para la educación. Por brevedad, remitimos al lector a ellas y al certero análisis hecho por Eduardo Sarmiento en El Espectador y por Mario Hernández en Izquierda más recientemente. Pero vale la pena imaginar lo que va a ocurrir, a partir de esta noticia: Se lee en la prensa que en 6 años Saludcoop multiplicó por 47 su patrimonio. La educación no figura como negocio (tampoco la salud), pero la nueva ley la convierte en mercancía, como ya ocurrió con la salud. Todos sabemos que la educación privada es un negocio. Con contadas excepciones, la universidad privada lo es más. Pero no se puede declarar que así sea por Ley de la República.
(Continuará.)