sábado, 20 de febrero de 2016

LA SEMANA CAMILO TORRES: un cuarto punto de vista



un cuarto punto de vista
quiere decir que hay otros 3: 1) los amigos de Camilo (de alguna manera me incluyo); 2) los revolucionarios camilistas (en la actualidad, la mayor parte de este grupo no lo conoció; no me pregunto qué tanto hayan estudiado su obra, mucho menos comprendido o estén dispuestos a reconocer que puede tener errores); 3) el que parece haber adoptado la Universidad Nacional, o mejor, sus directivas. Si adoptara este último, para mi gusto se quedó corto. Por eso habrá que hablar de un cuarto punto de vista. Puede haber muchos más, como el que asume en su columna Mauricio García Villegas.
Hubiera podido contentarme con el primero, pero mi carácter de académico (crítico), de alguna manera científico (aunque ya no esté en la mejor etapa de mi productividad científica..., pero eso está por verse... la inevitable neurodegeneración todavía no ha hecho estragos, creo yo), me obliga a terciar en un debate del que participo concientemente.
Cada cual tiene derecho a recordar a Camilo como le parezca mejor. Los que no lo conocieron o los que no saben de él, deben examinar si vale la pena o no recordarlo. La Universidad Nacional dijo reconocer en él a uno de sus profesores, capellán además, quien contribuyó a crear el Departamento de Sociología. El ELN y sus partidarios quisieron causar un impacto; me temo que no lo lograron. Hace 50 años debieron hacer un gran esfuerzo por salvarle la vida, pero lo querían mártir, y ni siquiera eso obtuvieron. Camilo fue una víctima de su compromiso con el pueblo... se dejó acorralar por el enemigo (suyo y del pueblo), su táctica no sirvió a la estrategia. No quiero entrar en la polémica de sus diferencias con el PCC. Hay otros grupos revolucionarios que también lo critican. En principio, defiendo que uno tiene derecho a dar la vida por sus ideales, pero debe preguntarse también a quién le está sirviendo cuando lo hace.
Me identifico con todos los puntos de vista que quisieron recordar y honrar la memoria de Camilo, su paso por la Universidad y su paso a la posteridad. En esa medida, no podré estar de acuerdo con quienes criticaron que se haya hecho una celebración o conmemoración. Pero los respeto. Con lo que no puedo estar de acuerdo es con la ingenuidad de mi colega columnista. ¿Solamente merecen reconocimiento de la academia quienes hayan hecho enormes aportes intelectuales a esa academia? ¿Qué son grandes contribuciones al pensamiento académico? ¿Quién define cuándo una ideología vale la pena intelectualmente y cuándo no? En ciencias naturales es relativamente fácil juzgar la verdad o falsedad, al menos provisional, de una verdad. Supongo, no soy del área, que en las llamadas sociales o humanas es más difícil... todavía más lo es en el arte. Cuando se habla de ciencias políticas o de ciencias económicas, ¿qué tan científicas son, desde el punto de vista de las verdaderas ciencias duras, para no hablar de otras miradas que pueden ser críticas de sus enfoques no siempre rigurosamente científicos?
Si la experiencia es árbitro inescapable  de la verdad o falsedad de una teoría, creo que las teorías económicas sobre el capital que se formulan desde el capitalismo hace mucho que demostraron su falsedad. ¿O no? Pero se siguen otorgando premios Nobel a teorías económicas con ese enfoque.