Francamente:(lea texto completo de Juan Gossaín en el enlace)
Se acaba de conmemorar el aniversario número 207 del Grito de Independencia (20 de julio de 1810). Todo parece indicar que no hay mucho que celebrar. Al grito le siguió La Patria Boba. Ahora tenemos la de los vivos (ladinos y corruptos que viven de los bobos). El Congreso (y con él la República de Colombia) atraviesa por una de sus peores crisis de institucionalidad. Dentro de dos agnos se celebrará el segundo bicentenario de la Batalla de Boyacá, un acontecimiento quizá más memorable. Para entonces, si el Centro Democrático no ha hecho trizas el Proceso de Paz y Reconciliación, habrá razones más contundentes para festejar.
¿Lo del 20 de julio fue una revolución o una pelotera?
Este agno se está celebrando el Sesquicentenario de la Universidad Nacional de Colombia, y a pesar de las vicisitudes de la historia, de las dificultades que afrontamos en nuestra Alma Máter por la falta de visión de quienes manejan el Estado y sus instituciones, el acontecimiento de creación de una universidad multidiversa como la nuestra bien vale la pena recordarlo y aprovecharlo para repasar su historia y repensar el futuro de una institución patrimonio de todos los colombianos.
Reiteremos que en dos agnos estaremos celebrando el bicentenario de la creación de la Gran Colombia como república independiente y estado soberano, resultado del Congreso de Angostura de 1819. Qué tanto de esto se ha logrado no es el balance que me proponga hacer en este espacio. Solo quiero llamar la atención sobre una celebración de gran trascendencia histórica que se avecina y sobre lo cual todavía no se ha escrito lo suficiente.
Otro acontecimiento de menor relevancia que podría ayudarnos a construir la Carta de Navegación para lo que queda de