El 16 de septiembre de 1993, bajo la coordinación de
Rodolfo Llinás, se reunió por primera vez lo que los medios denominaron
«Misión de Sabios». Algunos la confunden con su predecesora, la Misión de
Ciencia y Tecnología, convocada por el presidente Virgilio Barco en 1988. A
esta última le debemos la Ley 29, por medio de la cual se creó el Sistema de
Ciencia y Tecnología en 1990. Con el asesinato de Luis Carlos Galán, la
elección de César Gaviria Trujillo y la Constitución Política de Colombia
originada en la Asamblea Nacional Constituyente el panorama político cambió
varias veces en menos de dos años.
Era indispensable definir una política pública alrededor
de la ciencia y la tecnología que tuviera en cuenta la educación y fue así como
el presidente Gaviria acogió la sugerencia del neurólogo Llinás, profesor de la
Universidad de Nueva York, de conformar una nueva misión. En las reuniones preparatorias
participaron, además de Llinás, el consejero para el desarrollo
institucional, Jorge Hernán Cárdenas; el director de Colciencias, Clemente
Forero, el subdirector de la misma institución, José Luis Villaveces, el inventor del marcapasos, Jorge Reynolds Pombo, y el Rector de la Universidad
Nacional en su momento, el doctor Antanas Mockus.
Finalmente un día como hoy, hace exactamente
un cuarto de siglo, el presidente instaló lo que finalmente se denominó «Misión de Ciencia,
Educación y Desarrollo», integrada por las siguientes personalidades: Eduardo Aldana Valdés, Luis
Fernando Chaparro Osorio, Gabriel García
Márquez, Rodrigo Gutiérrez Duque, Rodolfo
Llinás Riascos, Marco Palacios Rozo, Manuel Elkin Patarroyo Murillo, Eduardo Posada Flórez, Ángela
Restrepo Moreno y Carlos Eduardo Vasco Uribe.
Al cabo de diez meses de intensas reuniones,
el 21 de julio de 1994, el grupo entregó al presidente Gaviria un primer
documento o informe conjunto con las recomendaciones centrales producto de sus
deliberaciones, con un sugestivo título: COLOMBIA AL FILO DE
LA OPORTUNIDAD. Al informe conjunto siguieron otros
seis tomos con las recomendaciones de cada comisionado y su equipo asesor. El
coordinador de la Misión y editor de la serie fue el comisionado Vasco Uribe.
Puede asegurarse que una buena proporción de la academia, del magisterio y
otros sectores cultos conocieron el primer volumen, no así los otros, que
enriquecieron los anaqueles de algunas bibliotecas antes de desaparecer casi
totalmente del archivo nacional de la memoria o más bien del olvido.
Milagrosamente antes de su posesión el
presidente Duque recordó la misión de los sabios, aunque confundiéndola
con la del 88. Vale la pena recalcar que la educación fue para la
segunda el eje y el norte. Decía Llinás en la inauguración aquel 16 de
septiembre, hace 25 años:
“Este es un momento mágico para Colombia. Por primera
vez, que yo sepa, un gobierno acepta la posibilidad de hacer un gran vuelco en
el triángulo interactivo de la educación, la ciencia y el desarrollo
tecnológico de este país. Esto se debe subrayar como una “revolución positiva”
y sin precedentes. Nosotros, los miembros de la Misión que el Presidente
Gaviria ha convocado, tenemos la siguiente visión general sobre tal sistema
interactivo. El futuro de Colombia va a estar profunda y directamente relacionado
con la capacidad que los colombianos tengamos de organizar la educación;
la hija de la educación: la ciencia; y la hija de la ciencia: la tecnología.
Sin la menor duda, este entrelazamiento será uno de los ejes principales del
futuro de nuestro país en el siglo XXI.”
Desafortunadamente hay que reconocer que después de 25
años este entrelazamiento no se ha hecho realidad en nuestro país. Vale la pena
también recordar las palabras con que nuestro premio Nobel de literatura,
Gabriel García Márquez, presentaba el resultado del informe conjunto:
“La Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo no ha
pretendido una respuesta, pero ha querido diseñar una carta de navegación que
tal vez ayude a encontrarla. Creemos que las condiciones están dadas como nunca
para el cambio social, y que la educación será su órgano maestro. Una educación
desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo
modo de pensar y nos incite a descubrir quiénes somos en una sociedad que se
quiera más a sí misma. Que aproveche al máximo nuestra creatividad inagotable y
conciba una ética --y tal vez una estética-- para nuestro afán desaforado y
legítimo de superación personal. Que integre las ciencias y las artes a la
canasta familiar, de acuerdo con los designios de un gran poeta de nuestro
tiempo que pidió no seguir amándolas por separado como a dos hermanas enemigas.
Que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante siglos hemos
despilfarrado en la depredación y la violencia, y nos abra al fin la segunda
oportunidad sobre la tierra que no tuvo la. estirpe desgraciada del coronel
Aureliano Buendía. Por el país próspero y justo que soñamos: al alcance de los
niños.”
El Epílogo contiene un buen resumen de lo que se proponía
La Misión:
"Buscamos el camino de un desarrollo humano,
integral, equitativo y sostenible. Para lograrlo se requiere incorporar
masivamente a nuestra cultura las ciencias y las tecnologías más modernas.
Atender a la educación de todos, reorientarla para asegurar su alta calidad,
descentralizarla y democratizarla al tenor de la Constitución de 1991, es
tarea fundamental para lograr este propósito. Sin esa educación de alta
calidad para todos será imposible cultivar las vocaciones científicas y
tecnológicas que permitan formar los 36.000 investigadores que propone la
Misión. Sin científicos de todas las áreas será imposible realizar una
verdadera reforma cualitativa de la educación o reconfigurar las entidades
oficiales y privadas en organizaciones que aprendan, se transformen y transformen
su medio. También hace falta transformar las organizaciones en las que se vive
la experiencia educativa, se genera la ciencia y se produce la tecnología. Sin
organizaciones modernas que aprendan se hace imposible, a su vez, hacer
educación, ciencia y tecnología, o producir la riqueza necesaria para
financiarlas. La transformación organizacional, la educación, la ciencia y la
tecnología delimitan, pues, la mínima base de pirámide sobre la que puede
apoyarse el desarrollo que buscamos. Es posible actuar de inmediato en los
cuatro frentes (educación, ciencia, tecnología y desarrollo organizacional) y
la Misión propone iniciar simultáneamente su transformación. No era nuestro
cometido precisar todas las rutas y caminos para lograr el éxito en esta nueva
oportunidad de rehacer a Colombia. Sin la participación y consulta de muchas
personas e instituciones, no es posible trazar con más detalle los mapas y los
rumbos de esta carta de navegación que hoy bosquejamos. Sin la participación de
todos, es imposible seguir esos caminos hasta llegar a la meta deseada. Por
ello, al entregar nosotros el informe conjunto de esta Misión de Ciencia,
Educación y Desarrollo, y dar por cumplida esa misión, apenas estamos
ofreciendo un primer cuaderno de bitácora con los rumbos iniciales para
emprender una nueva Misión en la que participen todos los colombianos. Será una
Misión Cartográfica permanente que precise esos rumbos y elabore las rutas
detalladas. Sobre estos primeros bocetos que hoy entregamos, esa nueva Misión, que
nos compete a todos, trazará certeramente el mapa del país que imaginamos y los
caminos que lo harán realidad."
Al cabo de una década del informe conjunto, el 21 de
julio de 2004, surgió Buinaima en un intento por recuperar las recomendaciones de La Misión en el terreno educativo y en medio de las dificultades se mantiene para
recordar que el eje central del desarrollo a partir de la ciencia y la
tecnología es la educación, no ya de calidad sino de excelencia, excelencia en
la equidad.
Para conmemorar, al menos, y si el presidente cumple su
palabra, para revivir «La Misión de Sabios», el próximo miércoles 19 de septiembre en el
Salón Boyacá del Capitolio Nacional, a las 5 de la tarde, se reunirán casi
todos los que fueron pioneros de esa primera Misión de Ciencia, Educación y
Desarrollo. Es emblemático el lugar porque invita a adquirir un compromiso con
la Nación Colombiana un año antes de la celebración del Bicentenario de nuestra
Independencia Política. La verdadera independencia en la Era de la Información,
en las Sociedades del Conocimiento, solamente se logra a partir del desarrollo
científico y tecnológico, a su vez dependiente de una educación de excelencia.
"La carta de
navegación" a la que se refería Gabo se perdió, no digamos que en cien, al
menos en veinticinco años de soledad. ¡Es tiempo de retomar el rumbo! Es tiempo
ya de formar esa nueva misión a que se refería LA MISIÓN para ingresar de lleno
al siglo XXI. Le invitamos a compañarnos en esta jornada.
(Por razones de seguridad, para asistir al evento en el Salón Boyacá el miércoles 19 a las 5 es indispensable inscripción previa en: misiondesabios18@gmail.com y registrarse con su número de cédula o documento de identidad.)