Existen casi siempre dos tendencias. A eso llamó Marx movimiento dialéctico: lucha de los contrarios. El equilibrio es una quimera. Más exactamente, el equilibrio sería la muerte. Pero a veces la lucha de contrarios se convierte en la persistencia de posiciones histórica y dialécticamente caducas.Veamos.
Para iniciar, les invito a leer la última columna de ciertaciencia, la cual dio lugar al título de esta entrada. Allí se narra la tragedia de la familia de Marlise Munoz, clínicamente muerta, "host for a phetus". (Lo escribo en inglés para que no suene tan horrible.) Otras tragedias similares se viven por estos días:
"Mientras los médicos de Texas mantienen con vida a Marlise Muñoz en contra de su voluntad, doctores de California luchan para que la familia de la menor Jahi McMath acepte que la desconecten", se lee por ejemplo en La Opinión, diario en español de Los Ángeles, California. Son dos casos antagónicos que han revivido el debate sobre la muerte cerebral, simplemente muerte clínica, científicamente hablando.
El académico Wassermann nos recuerda la persistencia de los horóscopos, de la astrología, "disciplina" que para los avances científicos actuales no podría denominarse siquiera pseudociencia. En nombre de algunas religiones se sigue engañando a miles de millones en el mundo entero. La columna de J.F. Isaza nos lo recuerda en forma literal. Y el procurador, representante de una de las opiniones más fundamentalistas en Colombia, involucra a toda Colombia en un debate innecesario que difícilmente tendrá un final feliz. Al margen de la posición política o religiosa que se tenga, casi todos coinciden en que lo del procurador contra Petro bien puede calificarse de excesoo, con sesgo político-religioso.)
La historia, no hay duda, se mueve entre dos tendencias y el espectro de posiciones intermedias. Quién lo creyera, los avances científicos y tecnológicos también. La idea de progreso lleva en ocasiones a resultados absurdos. El autor de Pa que se acabe la vaina lo señala certeramente en su serie de columnas recientes que empieza con Kafka I y ojalá no termine en Kafka II. Colombia, su historia y su gente, vive un realismo trágico. ¿Hasta cuándo?
La historia, no hay duda, se mueve entre dos tendencias y el espectro de posiciones intermedias. Quién lo creyera, los avances científicos y tecnológicos también. La idea de progreso lleva en ocasiones a resultados absurdos. El autor de Pa que se acabe la vaina lo señala certeramente en su serie de columnas recientes que empieza con Kafka I y ojalá no termine en Kafka II. Colombia, su historia y su gente, vive un realismo trágico. ¿Hasta cuándo?
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