Pese a pequeños
nubarrones, entendibles, y a la infiltración, comprobada, de algunas marchas
por parte de miembros de la fuerza pública, el gigantesco movimiento
estudiantil a lo largo y ancho de toda Colombia ha dado sus primeros frutos. El
presupuesto, particularmente a la base, de las universidades públicas ahora es
más significativo que en los cuatrienios anteriores.
No se han
resuelto todos los problemas, pero se mantiene el espíritu de alerta. Otra cosa
es que, por fuerza de las circunstancias, los negociadores no pudieran
consultar con sus bases los acuerdos a que llegaron. Esas bases deben
comprenderlo y analizar los resultados.
Costó sangre,
sudor y lágrimas; no se puede dejar en el olvido a quienes fueron víctimas de
los ataques del ESMAD. Hay que resaltar las marchas por las carreteras de
quienes se movilizaron desde otras regiones a la capital de la república para
llamar la atención de la ciudadanía y fortalecer el movimiento.
Los estudiantes y
los profesores debemos estar atentos a que los recursos se empleen
adecuadamente. Hay muchas cosas al interior de las universidades que deben
cambiar, otras tantas que habrá que implementar. Hay que demostrar que la
comunidad universitaria tiene voluntad de cambio y puede lograrlo. Los
compromisos son aún mayores.
Queda mucho por hacer. Felicitaciones al movimiento
estudiantil. Ahora que ingresamos al año de la Conmemoración del Bicentenario de
una batalla decisiva para nuestra independencia política, debe quedar claro que
no queremos repetir la historia de la Patria Boba. La construcción de un nuevo
país descansa sobre los hombros de nuestros campesinos, nuestras clases
trabajadoras, de nuestros empresarios, emprendedores e innovadores honestos y, no lo olvidemos, de nuestros estudiantes, las nuevas
generaciones. Nuevas formas de producción y de convivencia en un país
multiétnico y pluricultural reclaman el aporte de las ciencias y las artes todas,
las tecnologías y los conocimientos ancestrales, la construcción de un nuevo ethos cultural, como lo señalara
la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo hace un cuarto de siglo. Es
Colombia al filo de la segunda oportunidad que no tuvo la estirpe desgraciada de los
Buendía.
Como un miembro más de la universidad que es patrimonio de todos los colombianos sin excepción, hago votos porque el año venidero sea el comienzo de un futuro diferente para nuestro pueblo sin distingos de género, raza, clase, creencia u orientación. Que el nuevo ministerio (de ciencia, tecnología e innovación) no sea simple aparato burocrático y que con los ministerios de educación y de cultura sea la base para un desarrollo científico-cultural en la equidad y la sustentabilidad.
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