domingo, 11 de octubre de 2015

¿Es posible el éxito del postconflicto sin humanidades?

"Sí hay una política. No es velada. Es explícita. Está en los criterios de evaluación de la convocatoria".(Alejandro Olaya, subdirector de Colciencias.)
¿El fin de las humanidades?, fue el titular escogido por los cronistas para tan desacertada decisión.
La pregunta cobra mayor sentido cuando se anuncia, ya sin los interrogantes puestos en la frase de entrada,  
EL FIN DE LAS HUMANIDADES
Efectivamente, a contrapelo de lo que debe ocurrir si un acuerdo de paz deviene en una cultura de paz, con todas sus implicaciones, las señales que se envían desde distintas instancias gubernamentales no proponen un desarrollo de corte diferente al que ha predominado en las últimas décadas. Peor aún: si antes se atribuía cierto valor a las distintas disciplinas humanas, al menos en las apariencias, ahora no parecen tener casi ninguno a nivel oficial . Es lo que se desprende de las afirmaciones del subdirector de Colciencias, de acuerdo al reportaje publicado en la sección Vivir de El Espectador del día en que se publicó esta columna. El hecho sin precedentes ha merecido un enérgico rechazo por parte de la Asociación de Facultades de Educación.
La educación en Colombia va de guate-mala a guate-peor (en minúsculas, para que no se tome como ofensa a los hermanos guatemaltecos). Si hace 4 años se orientó una reforma a la educación superior CON ÁNIMO DE LUCRO, ahora se dice explícitamente que solo se dará financiación (los famosos préstamos-becas) para los doctorados que se hagan en carreras tecnológicas o simplemente productivas
Las humanidades no aportarían a la productividad... al menos, no a la que se mide en términos del PIB. Entonces: ¿para qué subsidiarlas? Cabe así la siguiente ingenua reflexión: el supuesto cese del conflicto, ¿se monta sobre la base de que la productividad es lo que pueda aportar la tecnología a las multinacionales? El cese del conflicto, ¿es solo la tranquilidad para atraer la inversión extranjera?
¡Como vamos, vamos bien! Si la economía va bien, no importa que el país vaya mal. ¡Firmen, firmen!, parece ser la consigna. En Colombia no se aprende de la experiencia. La ostentosamente llamada Ley de Víctimas, a lo largo de sus 80 páginas de inconsistencias, fue un mal precedente. Empieza por ignorar que en este país persistirá el conflicto, porque este no sólo es armado, sino fundamentalmente político y socioeconómico.
Ahora la equivocación es mayor. Se equivocan quienes piensan que el fin del conflicto pasa por el fin de las humanidades. Se equivocan tanto o más que quienes piensan que las FARC deben pagar en la cárcel mucho más que los beneficiarios del controvertido Acuerdo de Santa Fé de Ralito.
Por el contrario, somos de la opinión de que la construcción de un nuevo país exige el fortalecimiento de las humanidades. Por supuesto que también las ciencias naturales y las tecnologías que las aplican deben fortalecerse, mas no a expensas de las ciencias antrópicas. Empero, la agrupación que surgió de las Facultades de Humanidades y Ciencias Sociales es una respuesta que se queda corta. Olvida que el presupuesto para investigación fue recortado para todos los campos. Ni siquiera es verdad que se esté favoreciendo el desarrollo científico y tecnológico para después del conflicto. Sin ese ingrediente, ¿qué calidad puede esperarse de los doctorados que se pretende subsidiar?
Frente a las políticas del Gobierno en ciencia y tecnología, investigación y desarrollo, educación y pedagogía, los temas a debatir son mucho más profundos. Por eso creemos que un buen escenario como punto de partida es el que puede generarse con el Primer Congreso Internacional de Ciencia y Educación para el Desarrollo y la Paz, al que nos referimos en columnas anteriores, convocado por el Foro Permanente de Ciencia y Educación para el Desarrollo y la Paz. Por falta de espacio y para no abusar del lector, remito a la página del evento, a realizarse entre el 19 y 21 de noviembre del año en curso. ¡Bienvenidos!

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