domingo, 21 de marzo de 2010

Educación para el Tricentenario

En ocasiones anteriores habíamos reiterado que las celebraciones del bicentenario van a tomar 9 años. Ahora estamos dispuestos a replantear la propuesta. La Reconstrucción de la Patria tomará más tiempo. Seguimos sosteniendo que no podemos contentarnos con la celebración a secas; desde todos los sectores, público, privado y sociedad civil, se escuchan voces que claman por nuevos patrones de conducta, porque los actuales distan mucho de ser aceptables para un desarrollo sostenible; ni siquiera parecen serlo para un país apenas viable, mucho menos competitivo en el marco de la globalidad. Si se mira la literatura reciente sobre el tema, somos un país sobrediagnosticado. A pesar de eso, la solución a los graves problemas detectados no está a la vista. Se requiere de nuevas formas de pensar y actuar en forma colectiva, que impidan el comportamiento acéfalo de sectores enfermos de la sociedad.
Para empezar, debe hacerse un profundo análisis retrospectivo de lo que ha dado como resultado una extraña mezcla cultural que nada tiene que ver con el Nuevo Ethos propuesto por nuestros sabios, hace ya 16 años. La Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo se conformó a partir de un desafío propuesto por Rodolfo Llinás. El ilustre comisionado formulaba dos preguntas: ¿Cómo acelerar y modernizar la educación, el avance científico y tecnológico y la capacidad para el crecimiento económico, bases de la optimización y el desarrollo? ¿Cómo impulsar sosteniblemente la ciencia, la educación y el desarrollo para el bienestar y el progreso democrático de todos los colombianos? El rezago en la educación de sus gentes, nos decía, ha impedido en Colombia el progreso socio-económico. Llinás reconocía desde entonces que las crisis sociales y ambientales de los países industrializados eran una demostración de que la productividad económica y los avances del conocimiento humano exigían una fundamentación en un contexto civilizador. La revolución educativa, por tanto, debía generar un nuevo ethos cultural. "El problema no es sólo dónde estará Colombia dentro de doscientos o mil años, sino cuál será su recorrido dentro de ese marco temporal y su posicionamiento en el panorama humano e internacional."
Cuando La Misión presentó su informe conjunto, el 21 de julio de 1994,el entonces presidente Gaviria celebraba:
Ya tenemos alistado el navío, izadas las velas y trazado el rumbo; sólo nos falta zarpar al nuevo mundo que ya tenemos imaginado.

Por lo visto, ni siquiera zarpamos; o lo que es peor, lo hicimos en dirección equivocada. El próximo 21 de julio, el día después del primer bicentenario, nos estaremos preguntando: ¿Dónde perdimos la carta de navegación? ¿Qué país vamos a heredar a nuestros hijos? ¿Dónde está la anhelada Sociedad del Conocimiento?
Para empezar, tendremos que construir la sociedad del aprendizaje. La de las organizaciones que aprenden. Si diversas organizaciones de la sociedad, llámense públicas, privadas, o simplemente de la sociedad civil no están preparadas para aprender, el avance en espiral es imposible. Los errores se repetirán cíclicamente. Pero la verdadera sociedad del aprendizaje parte de un replanteamiento de la educación. Es cierto que se requiere incorporar masivamente a nuestra cultura las ciencias y las tecnologías más modernas. Mas, como puede concluirse del epílogo del famoso informe conjunto, sin una educación de calidad para todos será imposible cultivar las vocaciones científicas, tecnológicas, humanísticas y artísticas; y sin científicos, tecnólogos, humanistas y artistas bien formados, “será imposible realizar una verdadera reforma cualitativa de la educación o reconfigurar las entidades oficiales y privadas en organizaciones que aprendan, se transformen y transformen a su medio.” Sin este tipo de organizaciones se hace imposible a su vez lograr una adecuada educación, hacer ciencia, tecnología, arte y filosofía. Hay que obtener a toda costa los recursos necesarios para financiar esa educación de calidad para todos. Los parámetros básicos de esa educación de calidad no pueden ser exógenos, aunque es evidente que habrá que tomar como modelo esquemas exitosos. De los cuatro factores básicos, concluye el informe, el más importante y el que podemos afectar más directamente es la educación. “La Misión propone centrarse inmediatamente en su transformación.”
Así, pues, requisito básico para ingresar a la anhelada Sociedad del Conocimiento, antesala de la sabiduría, es saber resolver la contradicción anterior. Ello exige un examen inteligente que permita dirimir los conflictos. A los términos de la contradicción volveremos reiterativamente.
Empecemos por aceptar que la inteligencia ha sido reformulada y que la sabiduría, al igual que la imaginación, como dijera Einstein, es más importante que el conocimiento. Aquella es la concepción justa de los fines de la vida (Russell) o, lo que es equivalente, el uso adecuado del conocimiento en los asuntos humanos (Hook). Se requiere de talento, ingenio y creatividad para reencontrar el rumbo. Y recordar la frase final en el epílogo firmado por los ex comisionados el 21 de julio de 1994:
Por ello, al entregar el informe conjunto de esta Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, y dar por cumplida esa misión, apenas estamos ofreciendo un primer cuaderno de bitácora con los rumbos iniciales para emprender una nueva Misión en la que participen todos los colombianos. Será una Misión Cartográfica permanente que precise esos rumbos y elabore las rutas detalladas. Sobre estos primeros bocetos que hoy entregamos, esa nueva Misión que nos compete a todos trazará certeramente el mapa del país que imaginamos y los caminos que lo harán realidad.
En conclusión, no solo hemos perdido el rumbo. La carta de navegación no estaba completa: era solo un cuaderno con los rumbos iniciales... pero ni siquiera hemos tenido en cuenta esas primeras indicaciones.
Para terminar con una frase que servirá de preámbulo al siguiente capítulo de estas reflexiones sobre educación, vuelvo al informe. En el capítulo 4o (pg. 74 en la edición de Editorial Magisterio) se lee:
La baja calidad de la educación formal básica incide negativamente sobre la educación superior, sobre la efectividad del sector productivo y la calidad de la fuerza laboral, sobre la producción científica y tecnológica y aún sobre el desempeño cívico y cultural de la población. Esto se refleja en la falta de actitudes civilizadoras como la solidaridad, la equidad, la convivencia pacífica y el respeto por la vida.
La inequidad en la educación será el tema central de la continuación de estas reflexiones.

Vallejo una vez más

Dolido por los resultados de las elecciones, previsibles por cierto, Alfredo Molano nos habla en su columna dominical, la cual titula Pin-pan-pum, del Nuevo Reino (ya no es de Granada): "Un país llamado desde hace ocho años patria... Sólo en el Catatumbo cobró 9.000 vidas... Fundaron una patria donde sólo valen los negocios. Los buenos para los ricos; los malos para los otros, para nosotros, para los electores." ¿Hemos llegado al fondo del abismo?
La Virgen de los Sicarios, comparado con lo que nos espera, es una obra piadosa. Con El don de la vida el género de Vallejo se ha perfeccionado. En su columna de hoy, William Ospina nos enriquece con una interpretación de la sublime obra de Vallejo. Ciertamente el mexi-colombiano (no puede dejar de ser ni lo uno ni lo otro, por varias razones) está en la cúspide de su carrera. Nos dice Ospina:
Fernando Vallejo ha renovado en nuestra lengua tres géneros literarios: la biografía, el ensayo y la novela.
Le sobran razones al poeta para esta afirmación. Y agrega: "Nacido en un país donde el interés por los demás se agota en la murmuración, el servilismo y la calumnia, dedicó años a la labor casi religiosa de reconstruir la vida de dos poetas." Concluye Ospina:
"Cuando un país para insultar no tiene más que una palabra, más vale que alguien le enseñe a insultar con todo el diccionario. La obra de Vallejo es la más espléndida lección del arte de injuriar que haya conocido este país de reacciones primarias, que por falta de lenguaje tuvo que utilizar siempre el machete. Que para insultar también se necesita inspiración y elocuencia, eso es algo que nadie nos había contado en este país de escandalosa indigencia verbal, donde mucha gente ve el lenguaje exuberante como un pecado contra el estilo, y se resigna siempre, como dijo alguien, a descubrir la misma profesión en las madres de todos."
Véase el artículo completo en:
http://www.elespectador.com/columna194168-el-don-de-vida-de-fernando-vallejo

miércoles, 10 de marzo de 2010

Raúl Cuero, figura del nuevo renacimiento

¿Qué tienen en común Fernando Vallejo y Raúl Cuero? No mucho, salvo que los dos, colombianos en la diáspora, el uno en México, el otro en Estados Unidos, desde muy diversos ángulos, han contribuido al renacimiento latinoamericano. Cuero es un hacedor del renacer, con sus parques de la creatividad. Cuenta con 15 invenciones patentadas de impacto mundial y tiene otras en proceso, aparte de un gran número de publicaciones de gran relevancia científica en su campo. La distinción que hace poco le otorgara la Universidad de Antioquia como Colombiano ejemplar en ciencia y tecnología me hace pensar que, a pesar de ese y otros reconocimientos nacionales, su trabajo ha sido más valorado en el exterior. (Véase la nota en http://almamater.udea.edu.co/periodico/sc-inv585-01.htm). Vallejo recibió el año pasado de la Universidad Nacional el doctorado honoris causa por el conjunto de su obra literaria. En opinión de Jacques Joset, crítico europeo, Vallejo está en la cumbre en la literatura universal. Pero su obra no ha sido tal vez suficientemente apreciada en Colombia, fruto de la intolerancia a la que ataca frontalmente.
En el bullicio de las campañas y las elecciones parlamentarias, cuando se elige en el año del primer bicentenario un congreso, seguramente como el anterior, nada admirable, se ahogó la noticia que Buinaima hubiera querido destacar, si se piensa en la Colombia del futuro con motivo de los bicentenarios 2010-2019: Cuero es ejemplar en ciencia, tecnología, humanismo y deporte. Es una fortuna que su talento hubiera podido desarrollarse para beneficio de todos, a pesar de las tremendas dificultades de todo tipo que tuvo que sortear, en especial las de la discriminación racial, aún viva, y las económicas. Sirva la siguiente anécdota para encuadrar su personalidad. Cuando mis amigos compatriotas de la diáspora en México me pidieron, hace ya cuatro años, que por favor acompañara al Dr. Raúl Cuero desde México D.F. hasta Querétaro, en donde continuaría su periplo de conferencias sobre la creatividad, lo hice complacido, pero ocurrió por simple coincidencia: yo también iba para la capital del Estado del mismo nombre, aunque a desarrollar una actividad académica distinta a la suya. Al reconocerlo ipso facto en el aeropuerto Benito Juárez, de acuerdo con la descripción que de él me habían hecho telefónicamente, estupefacto ante su descomunal estatura, recordé al basquetbolista Cuero que hacia 1966-7 conocí fugazmente en el campus de nuestra Ciudad Universitaria. La charla de más de dos horas que duró el trayecto fue muy variada, amena y amistosa. Al final le dije: "Raúl, tú te pareces a un basquetbolista con tu apellido que yo conocí" en tales y cuales circunstancias. Enfáticamente me dijo que no tenía nada que ver con esa persona. Pero al día siguiente, casi al final de su magistral conferencia, durante la cual narró muchos detalles de su casi inverosímil historia de vida, me espetó: "Jairo, no ha habido en la historia del basquetbol otro Cuero que jugara como yo."
Esta es solo una de las mil anécdotas, la menos relevante para el caso, de las maravillosas que se pueden narrar sobre este inventor, científico, humanista y deportista (filósofo y jazzófilo), personaje que empiezo a admirar aun más que al prototipo de todos los físicos desde hace ya un siglo, Albert Einstein, a quien algunos en ocasiones confundieron con un violinista, por sus frecuentes participaciones en conciertos, o con un filósofo, dada su cercanía a Bertrand Russell y a sus ensayos sobre filosofía práctica. A Cuero, más versátil que Einstein, se le puede asociar con todo tipo de talento. Pero sus dones más admirables desde un punto de vista humano son: su sencillez, su disposición a escuchar, su sutil escrutinio de la realidad social y, sobre todo, su interés en apoyar todo tipo de esfuerzo intelectual de adolescentes y jóvenes. Los Parques de la Creatividad que ha forjado en cuatro continentes son una prueba fehaciente de que Cuero, a diferencia de la mayoría de nuestros políticos, no se limita a hablar o a escribir: hace. Su libro Entre el triunfo y la supervivencia lo dedica "a todos mis mentores, quienes instalaron en mí el apetito por lo desconocido y la confianza para hacer el big bang de la creatividad. Igualmente a todos los jóvenes del mundo, quienes materializarán el resto de mis sueños." (Resaltado por mí.) Dejo para otra ocasión referirme a algunas actividades con las cuales ha apoyado en la práctica nuestro Programa de Inclusión y Talento.
Triunfo y supervivencia no es lo mismo, nos explica. Lo segundo es de mayor relevancia. Encontrar estrategias de supervivencia es propio de una especie o grupo. Yo agrego, complementando una famosa frase de Einstein, según la cual la imaginación es más importante que el conocimiento: en la supervivencia de la especie humana se pone en juego el talento, el ingenio y la creatividad, los viejos T•I•C que caracterizan a los miembros del grupo. Todos los niños y las niñas traen incorporadas tan maravillosas características. La escuela y los medios generalmente las echan a perder. Las pregonadas nuevas t.i.c., tecnologías de la información y la comunicación, son solo una herramienta; la información de fondo está en aquellas. Conocimiento y sabiduría no son equivalentes. (Véase el blog del 8 de marzo.)
Cuero, miembro distinguido de Buinaima, fundador y director de los Parques de la Creatividad, nació en la Buenaventura atrasada de fines de los 40 (sigue siéndolo), donde alrededor del 50 % de los niños morían de "tuberculosis, malaria, enfermedades virales, bacteriales y fungosas", mismas que "estuvieron por matarme en varias oportunidades siendo niño." Sin que en su libro utilice la palabra resiliencia, es seguramente un buen ejemplar del campo, con la diferencia de que su niñez fue de todos modos feliz, pues todos los niños eran pobres en su tierra natal... y la mayor parte morían analfabetas. Decir que es de raza negra sería un pleonasmo. Sus juguetes de infancia, dice orgulloso, fueron las lagartijas y las cucarachas. Observando su comportamiento fue naciendo en él la vocación y la pasión por indagar y el disfrute del descubrimiento científico.
Su libro, en el que narra sus experiencias y expone muchas de sus reflexiones, tiene un capítulo que debería titularse El renacimiento latinoamericano. Vale la pena tenerlo en cuenta cuando se quiera de verdad examinar a fondo la educación que debemos impartir a nuestra juventud, si aspiramos a salir del subdesarrollo. Destaco por ahora estas líneas, mientras puedo en este mismo espacio hacer una reflexión sobre ese renacer: "Latinoamérica es ampliamente reconocida como una de las principales reservas biológicas del mundo. La localización beneficiosa de la región y la geografía han ayudado a fomentar un nivel de biodiversidad cada vez más difícil de encontrar en estos tiempos. Las infuencias de las tres raíces (étnicas), eurocaucásica, afro-negra e indio-mongol, son portadas hoy en los genes de todos los latinoamericanos... es el único lugar del mundo en el cual coexisten el clima tropical, frío y templado... Las infinitas interacciones abiertas de los animales, las plantas y los microorganismos, así como también el cruce de razas y de especies que se lleva a cabo constantemente, permiten uno de los procesos naturales más acelerados de selección en el mundo... A veces algunos africanos e indígenas natales, con el objeto de ser reconocidos en la sociedad latinoamericana, tratan de convertirse en políticos locales, esperando así ocupar una posición nacional destacada." Se refiere Cuero a la frustración resultante en la mayoría de los casos, un resultado que merece profundos análisis y reflexiones. Un replanteamiento autóctono del papel de la educación en nuestro medio es el comienzo de la solución y del renacimiento, la conformación del nuevo ethos cultural a que aspira Buinaima.

A pesar de los representantes responsables y comprometidos socialmente que pudieron elegirse en estas elecciones parlamentarias, el escepticismo ha sido la nota común en casi todas las columnas de opinión: no es para menos. Mietras se adquiere una conciencia político-social suficiente para elegir un congreso admirable, vale la pena destacar este año personajes que, como Cuero, deberían llenarnos de orgullo a todos los colombianos durante la primera celebración bicentenaria. En el periódico Alma Máter (nota citada) le dedicaron dos páginas, mientras la casi totalidad del periódico estaba repleta de las frases de campaña de quienes dicen estar comprometidos con la educación pública de calidad. Reconociendo la importancia del debate y la necesidad de escuchar todas las opiniones, es bueno recordarle a los candidatos que en personalidades como Cuero tenemos a quienes no dicen: hacen.

lunes, 8 de marzo de 2010

PROGRAMA DE INCLUSIÓN Y TALENTO, II.

PROGRAMA «DESARROLLO DEL TALENTO CON INCLUSIÓN»:
UN PLAN PARA LA ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD ESCOLAR,
DIRIGIDO A LA CONSTRUCCIÓN DE UN NUEVO ETHOS,
A PROPÓSITO DE LOS BICENTENARIOS. SEGUNDA PARTE
Conformar en Colombia un nuevo ethos cultural que ponga fin a la inequidad, la discriminación, la violencia y la intolerancia, atrasos centenarios, y que termine con la corrupción, las guerrillas, los paramilitares, las bandas criminales, la insolidaridad ciudadana y las crecientes mareas del delito, como las denomina William Ospina, nuevas facetas que la descomposición socio-política ha incorporado a la cotidianidad y a las que el perverso funcionamiento del sistema arrastra niños, adolescentes y jóvenes, viejos y nuevos males que, sumados y acrecentados por la carencia de un significativo número de líderes en todos los campos, hacen de Colombia un país atrasado socio-económica, política y culturalmente, es la tarea del momento. Planteada hace más de 15 años por la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo en términos de organizaciones que aprendan, el resultado ha sido todo lo contrario porque las recomendaciones no solo fueron echadas al olvido sino que simultáneamente proliferaron la improvisación, el facilismo, el oportunismo, el enriquecimiento fácil y la ley del menor esfuerzo, entre otros males socio-políticos. La oferta de una educación con supuestos estándares de calidad se centra cada vez más en el sector privado. Gracias a una educación cada vez más pobre para los pobres el sistema se ha vuelto cada vez más excluyente y ha generado día a día más violencia.
Somos un país sobrediagnosticado. Si al empezar el nuevo milenio nos invitaban a repensar a Colombia, lo urgente ahora es rehacerla. Los bicentenarios, el de 2010 y el de 2019 son ocasión propicia para ello. No es permitiendo que la misma clase o casta política corrupta y apátrida, enriquecida con nuevos inquilinos y grupos emergentes que dicen representar a los sectores populares, en un maremágnum de partidos sin claras ideologías y carentes de objetivos a largo plazo, se abroguen el derecho de celebrar supuestas o reales efemérides. La historia de los mayoritarios sectores populares probablemente no está representada plenamente en los actuales manuales de historia.
Dejando de lado las anteriores consideraciones de carácter histórico cultural, de lo que se trata es de generar nuevas formas de pensar y de actuar. Esa es en el fondo la recomendación más valiosa de La Misión y es la que proponemos rescatar. ¿Cómo materializarla en la supuesta sociedad del conocimiento? Proponemos que debe empezarse por conformar la sociedad del aprendizaje, del aprendizaje colectivo. Sugerimos que hay que continuar con el enriquecimiento de talento humano, pero de talento colectivo, talento con proyección social. Una sociedad del conocimiento debería estar conformada por ejércitos de conocedores. Pero un ejército de científicos, técnicos, humanistas, artistas y deportistas aislado, desarticulado, no es la solución. Una academia de espaldas a la realidad social carece de sentido. Un matemático o un economista, un científico o un ingeniero que no se pregunte para qué sirve su disciplina o su profesión en una sociedad descompuesta carece de valor agregado social. Lo mismo puede decirse del artista, humanista, escritor o deportista, del industrial, empresario o emprendedor en cualquiera de los campos del desempeño que la nueva era de la información, la comunicación y la actividad humanas sugieren. Se ha hablado de las t.i.c. en el contexto virtual. Quisiéramos hablar de los T•I•C en el contexto real y humano.
Las nuevas y artificiales o virtuales tecnologías de la información y de la comunicación (t.i.c.) terminan por deshumanizar aún más si no están acompañadas de nociones elementales de afectividad y de sociabilidad. Los viejos T•I•C, a saber, el talento, el ingenio y la creatividad humanos o naturales, también los hay artificiales, fortalecidos con la sensibilidad, la responsabilidad con el ambiente y el compromiso social, son la mayor riqueza en la sociedad del conocimiento si esta aspira a convertirse gradualmente en la sociedad de la sabiduría. No es lo mismo conocimiento que información, ni aquel es equivalente a sabiduría. Esta es, en palabras de Bertrand Russell, «la concepción justa de los fines de la vida». O para complementar esa definición con la visión que propusiera Sydney Hook: «el uso correcto del conocimiento en los asuntos humanos». En esto consiste la sabiduría, así de simple es ella; pero involucra seguramente formas complejas de pensamiento… y de acción; no escatima las ciencias de la complejidad.
No en vano filosofía, etimológicamente, es amor a la sabiduría. Conocer ni siquiera es lo mismo que comprender. La educación es un proceso que debe pasar por todas las etapas y que debe terminar por hacernos más sabios, no solamente competentes en el sentido pragmático de la palabra, el único sentido que han querido darle algunos ideólogos de la educación en competencias. Con Federico Schiller, hemos de repetir que la aspiración dentro del nuevo ethos es lograr que los sentimientos sean razonables y la razón sea sensible; a ese propósito apunta la nueva sabiduría, pues no puede el cerebro cognitivo estar separado de su parte afectiva.
Después de estas consideraciones, volvamos al punto de partida. Para ello retomemos la reflexión de Wasserman: “Es evidente que quien tiene los medios no duda en dar a sus hijos una educación que les dé ventaja competitiva sobre los otros jóvenes de su generación. El Estado debe tener instituciones que den esa misma oportunidad a los hijos de ciudadanos que no tienen la capacidad económica para pagarla. De otra manera, genera una situación en la que se perpetúa el liderazgo social en manos de los grupos minoritarios y pudientes. La calidad no es consideración accesoria en balance de equidad social.” Es más que urgente aplicar esta reflexión, inicialmente pensada para la educación superior, también a la formación básica en la escuela pública, en la cual no parecen proliferar como norma los parámetros de calidad convencionales, si se quiere que de estratos populares surjan líderes formados en las distintas áreas del conocimiento.
El Programa de Inclusión y Talento que se ha propuesto desarrollar Buinaima con el apoyo de sus instituciones honorarias requiere de recursos físicos y humanos que permitan extenderlo a vastos sectores de la población, particularmente a los más vulnerables. Se parte de la premisa de que ellos nacen con los viejos T•I•C. Pero es indispensable explorarlos, desarrollarlos y potenciarlos. La escuela tradicional echa a perder esas dotes excepcionales. La responsabilidad, empero, no recae en el maestro tanto como en una mala concepción de la educación en su conjunto. Está más allá del propósito de esta nota examinar las razones de fondo. No existe en rigor una sociedad del conocimiento pero podemos generar la del aprendizaje y la cordura o razonabilidad, a condición de que se transforme la escuela y sea en verdad incluyente. La posibilidad de lograrlo está en los escolares, niños y niñas, adolescentes y jóvenes, con la orientación de maestros y maestras comprometidos, dispuestos a cambiar sus estrategias pedagógicas.
Cómo generar esos recursos requiere de una alianza academia-empresa-estado, tarea que someto a consideración, elaboración y discusión de todas las instituciones y personas interesadas en el producto final: un nuevo ethos cultural. El aporte que Buinaima puede hacer es poner al servicio de la educación en su conjunto las estrategias que ha venido desarrollando en cerca de un lustro de trabajo en el campo.
Con motivo del primer año de los bicentenarios y en los próximos, 2010-2019, seguiremos buscando y propiciando espacios para tan importante reflexión. Llamo la atención del lector al número 42 de la Revista Internacional Magisterio, en donde al lado de otras contribuciones se encuentra una del suscrito con el título: ¿Era de la información o de la transformación?