De poco nos sirve que haya unos pocos que entiendan y sepan mucho mientras la mayoría no sabe o no entiende lo que sucede en su territorio. Desarrollar colectivamente una conciencia que nos permita entender la realidad para transformarla, es indispensable para derrotar al sistema más poderoso que se ha creado en la historia y que nos está llevando al suicidio y a la destrucción del planeta por la codicia en la que se basa.
Esta sabia frase fue tomada de un reciente boletín de ACIN, una asociación indígena. Se dicen tantas verdades en tan poco espacio, que bien vale la pena desmenuzar cada una de ellas. Quisiera recrear 100 años de historia de Colombia, o más bien 200. E imaginar lo que podría ocurrir si nos preocupáramos en entender lo que está pasando. Lo que viene ES MÁS DE LO MISMO, lo más desconcertante es que son los mismos con las mismas. Doscientos años de historia, de vida republicana, celebrando el triunfo de los pocos que ostentan el poder. Con la propuesta del nuevo Presidente de los colombianos me acordé de aquel famoso ensayo escrito por William Ospina hace unos 14 años. El título original fue:
El Proyecto Nacional y la Franja Amarilla
Finalmente se publicó en forma interrogativa: ¿Dónde está la franja amarilla? y se extendió después, con algunos ensayos más, del mismo corte, reimpreso por el Grupo Editorial Norma en septiembre de 2000. Me gusta esa fecha porque marca una década. Conocí del texto en 2004, cuando se conmemoraba una década del Informe Conjunto de la Misión de Sabios. Como resultado de la celebración renació Buinaima. Hoy no voy a ahondar sobre el Proyecto ETHOS Buinaima. Ospina se refiere a menudo a esa ancha franja de nuestro tricolor, cada vez más ancha, pues el número de pobres, excluidos y desprotegidos, es mayor. Se dice que la educación llega cada día a más gentes, pero la que se requiere se reserva a unos pocos. Se dice lo mismo de la salud, pero quien de veras quiere un buen servicio debe pagarlo de su bolsillo.
ASÍ QUE LA VERDADERA UNIDAD NACIONAL LA DEBEMOS CONSTRUIR NOSOTROS, LOS DE ABAJO.
Muchos jóvenes, conscientes de esta paradoja, se ilusionaron con LA CINTA VERDE. (A mí también me ocurrió... pero me pasó rápidamente.) Con todo el respeto y admiración que me merece Mockus, con la impresión que me causa la inteligencia de Fajardo y la devoción que inspira la dedicación de Lucho Garzón, debo confesar que la alianza era demasiado infundamentada e insustancial para que lograra propósitos a largo plazo. (De Peñalosa, por esta vez prefiero no opinar.) ¿Quiénes son los que van a construir la verdadera unidad nacional? Creo que son los jóvenes, la nueva generación que se ilusionó con la cinta verde, pero que por fuerza de la circunstancia van a tener que ingresar a la franja amarilla. Esa generación ya no puede confiar en un líder, por carismático que les resulte, sino en la fuerza de su propio poder... el de la información. Pero no en la información de los tradicionales medios de comunicación, sino en la información que ellos mismos pueden producir y controlar... para transformar el mundo en que les va a tocar vivir.
Desarrollar colectivamente una conciencia que nos permita entender la realidad para transformarla
Esa realidad es la nuestra, la de Colombia como país latinoamericano. Releamos a Ospina, o mejor, retomemos la pregunta con que empieza su análisis:
Hace poco tiempo una querida amiga norteamericana me confesó su asombro por la situación de Colombia. "No entiendo -me decía-, con el país que ustedes tienen, con el talento de sus gentes, por qué se ve Colombia tan acorralada por la crisis social; por qué vive una situación de violencia creciente tan dramática, por qué hay allí tanta injusticia, tanta inequidad, tanta impunidad- ¿Cuál es la causa de todo eso?"
...y volvamos a la recomendación del texto de ACIN, tomada de la dialéctica materialista: ENTENDER LA REALIDAD PARA TRANSFORMARLA. Ese es el gran paso que tiene que dar la nueva generación para hacer de Colombia el país que se merece. Si quiere saber más sobre la realidad de ahora, empiece por examinar la de hace 50 años, cuando nos engañaron con la unidad del Frente Nacional:
"El país que surgía de aquella catástrofe no era sin embargo el mismo. Millones de campesinos expulsados por la Violencia llegaban a las ciudades buscando escapar al terror y a la ruina. Lo que Gaitán había procurado impedir se cumplía ante la indiferencia de los poderosos y la frialdad de los eruditos. Había cambiado el cuadro de la propiedad sobre la tierra, los terratenientes habían pescado en río revuelto, se habían invertido los índices de población urbana y de población campesina, las ciudades crecían inconteniblemente, Colombia tenía muchos menos propietarios que antes, y un oscuro porvenir de miseria y de desempleo se cernía sobre las nuevas muchedumbres urbanas. En ese panorama el Frente Nacional mostró al país sus innovaciones. Como si el peligro para Colombia no fueran los partidos tradicionales que la habían desangrado, y blandiendo abiertamente la amenaza de un posible retorno de la Violencia que sólo ellos podían provocar, repartió el poder entre liberales y conservadores y prohibió en el marco legal toda oposición política. Confirmó al Estado, previsiblemente, como un instrumento para garantizar privilegios; sólo permitió la iniciativa económica en el ámbito de las clases, familias y empresas tradicionalmente emparentadas con el poder, y cerró las posibilidades de acceso a la riqueza a las clases medias emprendedoras, persistiendo en la política de negar el crédito y la capitalización a las clases humildes. Finalmente, fue incapaz de garantizar fuentes de trabajo para las multitudes que seguían llegando a los grandes centros urbanos, les cerró a los pobres la posibilidad de acceso a niveles mínimos de vida y condiciones mínimas de dignidad, permitió el crecimiento y la proliferación de cinturones de miseria alrededor de las ciudades, y persistió en la vieja actitud señorial de no considerar que el Estado tuviera deberes frente a los pobres, de modo que le bastó con estimular campañas privadas de caridad. Nadie podía advertir entonces que en el auge de campañas como El Minuto de Dios, las granjas de beneficencia y las "teletones", con enorme despliegue y difusión, lo que se ocultaba era la incapacidad o la indiferencia del Estado para cumplir prioritarios deberes sociales, y su creciente hábito de dejar en manos de los particulares no la solución, sino el esfuerzo por mitigar los dramas de la pobreza y del desorden social. Todo lo que somos socialmente desde entonces es fruto del Frente Nacional. ..."(El texto original de Ospina lo pueden tomar de:
http://www.galeon.com/ojosabiertos/aficiones1610067.html
Los colombianos nunca protestan y si algún extranjero protesta el colombiano lo vive como un ataque personal. Ese no protestar está tan metido que es muy infrecuente el caso de un colombiano que diga lo que tiene que decir, lo que opina, lo que le parece mal.De decirle a otro que no le gusta lo que hace o dice.Se condena la actitud crítica de tal manera que desde niños no pueden manifestar su disgusto con los mayores, no pueden reclamar porque se les ha enseñado que eso está mal Esto lleva a esconder los problemas y a no denunciarlos porque decir la verdad no se considera como un bien sino como una ofensa a Colombia o a los colombianos. Creo que eso está cambiando pero con demasiada lentitud.
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