sábado, 17 de mayo de 2014

«Para Uribe»: que no se me malinterprete, que la historia lo juzgue

La mayor parte de periodistas de opinión de los principales diarios se descargaron contra el (ex) presidente Uribe por lo del hacker y su campaña sucia. Este superdotado salió a decir a los medios que era un superhéroe y que como tal deberían reconocerlo y recompensarlo. Las pruebas de que el candidato ventrílocuo de Uribe se reunía con él parecen convincentes. No así lo de los 2 megadólares de procedencia para (¿ex amigos de Uribe?) en la campaña reeleccionista. Que los hechos muestren de qué lado está la verdad. (El abogado contratado para demostrar que fue un montaje es un experto en el tema de las demostraciones a pesar de las evidencias.)
Al margen del juicio, me llamó especial atención la columna titulada Guerreros caudillistas de mi colega de la Nacho, a quien no conozco personalmente, Mauricio García Villegas. «Presidentes bravucones y que se creen superiores a la ley abundan en la historia de América Latina.  Otros, como el expresidente Álvaro Uribe, se inspiran en una especie de “guerra santa”, con la cual pretenden extirpar el mal de las sociedades para imponer el bien que ellos dicen representar.» Tendrá como escuderos al procurador y a José Obdulio y como alfil a un zorro.
No se paran en mientes. Escribe León Valencia en Semana: "Son unos verdaderos magos. En 15 días le echaron tierra a una grave trama delictiva, convirtieron en verdad un acontecimiento dudoso y oscuro, se burlaron de la justicia, les metieron los dedos en la boca a los medios de comunicación, envenenaron la campaña electoral y escalaron en las encuestas." Ya el todo se vale no es una posición mamerta. El  guerrero caudillista maneja a su antojo las fichas de la justicia, como si fuera el ajedrez del campo de batalla. No le bastan más de 50 años de desangre en los campos (y ciudades) de Colombia. Prefiere que el grueso del presupuesto se siga yendo por el desagüe de la guerra que solo da réditos a los guerreros como él.
Los resultados de las pruebas PISA escandalizan a cualquiera menos al guerrero. Por más que prometan revolución educativa para ellos la revolución está en persistir en la guerra. Cualquier diálogo de paz es claudicar. ¿Persistirán los resultados de las encuestas encumbradas por el arte y las artimañas de la guerra? Así los diálogos tomaran más de un futuro periodo presidencial, son diálogos al fin y al cabo, una esperanza puesta en la paz. Los métodos de lucha habrán cambiado finalmente para todos.
Contrasta la posición del furibismo con lo que acaba de pasar en la Habana: "Las Farc se comprometieron a romper nexos con el narcotráfico y a un cese al fuego durante la semana decisiva de elecciones, en el que también está involucrado el ELN. ¿Qué impacto tendrá todo esto en las presidenciales?", titula El Espectador. Está por verse.  Lo cierto es que los relativos avances tan difícilmente logrados pueden echarse a perder por el ánimo belicista de un jefe y unas huestes que no sacian su apetito de sangre.
En La humanidad frente a la guerra (columna de Ospina) nos dice su autor: «Una de las características tranquilizadoras de las guerras europeas es que suelen tener comienzo y fin: una de las características intranquilizadoras de los conflictos colombianos es que nadie sabe con rigor cuándo comienzan ni cuándo terminan.»
Tendremos que seguir derrochando en la guerra los recursos que tan urgentemente se requieren en salud, educación y vivienda, en desarrollo sostenible? O podremos esperar que finalmente la educación «canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante siglos hemos despilfarrado en la depredación y la violencia, y nos abra al fin la segunda oportunidad sobre la tierra que no tuvo la estirpe desgraciada del coronel Aureliano Buendía», como nos recomendara Gabo hace 20 años?

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