Tal vez no puede calificarse de masacre a
mansalva el asesinato de 11 soldados profesionales. Parece que los 50 o más
estaban acampando en territorio enemigo, a lo que se aplica el dicho de
"papaya servida". Hay que examinar cuidadosamente el contexto en que
ocurrió este deplorable hecho, tan nocivo para los diálogos. No tengo
suficientes elementos de juicio, pero dudar del manejo mediático del asunto es
sano. ¿Por qué sus superiores no tomaron las medidas del caso para evitar que
esto ocurriera, si ya los pobladores de la vereda los habían advertido del
peligro? “La unidad militar se guarecía en un
punto geográfico que la hacía presa fácil de la guerrilla. Los insurrectos
descendieron y en cuestión de minutos hicieron trizas su propia promesa de
mantener una tregua unilateral, dejaron gravemente herido el proceso de paz y
sirvieron en bandeja de plata la posibilidad de golpear políticamente a Santos,”
escribe el director de Semana. En su columna Gómez
Buendía afirma, con sobrada razón: “Fue cobarde, brutal y execrable, pero
también predecible y hasta cabría decir que evitable.”
Por ahora el único ganador ha sido el
Centro Democrático, a quien le acaban de condenar 3 de sus alfiles, dos de
ellos ex ministros de Uribe, por el escándalo de la yidispolítica. El vil
atentado hizo que se le restara importancia a ese aberrante hecho político, por
el que el ex presidente jamás tendrá que rendir cuentas.
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