¡¡¡SOMOS 90 % ... O MÁS!!! (PODEMOS DECIDIR)
Se podrá decir que la confusión de género fue responsable del resultado del 02 10, y en parte puede ser verdad, pero la batalla por el SÍ INCONSULTO (impuesto) ya estaba perdida aunque se hubiera ganado por estrecho margen. ¡Ganó la abstención una vez más! Algunos pastores, como lo reconoce Monseñor Luis Augusto Castro, fueron nuevamente víctimas de los lobos vestidos con piel de oveja, mas eso es irrelevante para un país que desde hace más de un siglo ha sido movilizado con trampas y mentiras.
La movilización de todos los sectores a favor de la paz indica a las claras que quienes queremos la paz somos más del noventa y cinco por ciento de la población. No nos neguemos esa oportunidad única en la historia de Colombia desde su independencia política lograda tras la Batalla de Boyacá. No importa cómo se haga ni cuánto tardemos en construirla (pero hagámoslo pronto, ¡el tiempo apremia!), lo importante es que casi todos, con contadas excepciones, estamos por ella. Nunca antes Colombia entera había estado tan unida alrededor de un solo propósito.
A pesar de lo aparentemente complejo y de la confusión reinante, el análisis de lo que pasó el 02 10 es muy sencillo, no cae dentro de las ciencias de la complejidad. William Ospina lo explica en términos muy simples:
Los resultados dejan también una enseñanza que deberíamos asimilar. Se dio un NO a Santos, y pretenden mostrarlo como un SÍ a Uribe: un nuevo engaño. Agrega Ospina:El 2 de octubre las mayorías se negaron a creerle a las ilusiones del Sí y a las confusiones del No. Santos pudo haber logrado una mayoría abrumadora: pero su desconfianza de la gente hizo que la comunidad nunca fuera convocada más que a ser testigo lejano y aplaudir los acuerdos. Pero la paz es de la gente y sólo puede construirse con la gente. Las ilusiones llenas de secretos terminan en lágrimas.
La historia nos está enviando un mensaje: “Olvídense de Santos y de Uribe, olvídense de esa clase política que en tantas décadas no ha sido capaz de arreglar el país, que al contrario ha abusado de su confianza y de su esperanza, esa clase política que ahora forcejea, cuando podríamos estar a las puertas de la reconciliación, mirándose con odio, contagiando ese odio, preocupada sólo por saber quién se va a quedar con el tesoro”.
La conclusión es obvia. La pongo en mi lenguaje: exijamos que se sienten todos a la mesa, pero que no decidan por nosotros. ¡QUEREMOS LA PAZ AHORA! Devuelvan a los campesinos la tierra para que la trabajen. Garanticen a todos los niños una educación de calidad para que nunca más sean reclutados por los actores de la guerra. Den garantías a todos los guerreros de los diferentes bandos para que encuentren otras fuentes de empleo que no sean la guerra y el narcotráfico o la delincuencia común. Entonces sí podemos pensar en un país en paz, con ayuda de la ciencia, de la tecnología y, por qué no, de la verdadera innovación. Pero para lograrlo, es indispensable una educación de excelencia para todos y todas. Ese debe ser el propósito del PLAN NACIONAL DECENAL DE EDUCACIÓN 2017-2026, PARA CONSTRUIR LA VERDADERA PAZ.
Y para evitar otro engaño, que se sumaría al "denunciado" por Vélez Uribe, examinen la vieja y nueva treta señalada acertadamente por León Valencia. ¡No más pactos a puerta cerrada entre las élites que han manejado el país!
Y para evitar otro engaño, que se sumaría al "denunciado" por Vélez Uribe, examinen la vieja y nueva treta señalada acertadamente por León Valencia. ¡No más pactos a puerta cerrada entre las élites que han manejado el país!
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