sábado, 23 de noviembre de 2013

Manifiesto por la Educación desde las Neurociencias

¿Qué es la educación? El concepto mismo debe de ser revaluado. Propongo un enfoque actualizado, y para elaborarlo parto de
Una Nueva Imagen del Cerebro
El pasado jueves 21 de noviembre se desarrolló en Maloka un histórico conversatorio. Rodolfo Llinás y otros neurólogos compartieron con el educador Francisco Cajiao y un abarrotado auditorio sus inquietudes frente a la educación que se ofrece en Colombia. Varias veces hemos mencionado en esta columna que Llinás fue el gran impulsor de la denominada «Comisión de Sabios», o "Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo", hace justo 2 décadas. Si bien han surgido muchos grupos de investigación y se han formado en Colombia muchos doctores, nuestro desarrollo científico y tecnológico sigue siendo precario. La inversión en investigación es insuficiente, lejana a la meta entonces propuesta del 1% del PIB, a pesar de que actualmente se destina una porción importante de las regalías a proyectos regionales innovadores.
¿Qué puede decirse con respecto a la educación, la base fundamental para el cambio? Es innecesario repetir aquí que ella va de mal en peor: es la cenicienta del argot político. Las mal concebidas locomotoras de Santos no tuvieron en cuenta los rieles. Sin investigación no habrá innovación, pero sin educación de calidad no habrá investigación ni desarrollo. Seguiremos padeciendo del mismo manejo del Estado por parte de la clase dirigente y de los mismos males por él inducidos: pobreza e inequidad que generan violencia, corrupción e injusticia que la incrementan todavía más. Esas son, en esencia, las mismas conclusiones del Informe Conjunto y de los Informes de Comisionados, 6 volúmenes más que, por desgracia, casi nadie leyó. De haber tenido en cuenta sus recomendaciones, otro sería el  panorama; se habría podido conformar, al cabo de 20 años, el nuevo ethos cultural que Colombia requiere con urgencia. En educación, el Proyecto Cosmología, también propuesto por Llinás, habría podido ser el gran salto al siglo XXI.
Hemos afirmado en estas columnas y otros escritos que la presente década es la del cerebro. Así lo corroboran los grandes proyectos de miles de millones de dólares y euros que en los países desarrollados se están poniendo en marcha. No se ha enfatizado suficientemente lo trascendentales que pueden ser para la educación del futuro los resultados de la Iniciativa Cerebro (B·R·A·I·N Initiative, en USA, por sus siglas en inglés: Brain Research through Advancing Innovative Neurotechnologies) y el Proyecto Cerebro (Brain Project en la Unión Europea). Entender cómo actúan, sincronizadas,  distintas zonas del cerebro, distintos conjuntos de neuronas, en respuesta a estímulos externos es muy importante para la enseñanza-aprendizaje. Por eso el enfoque que se le dé a la educación  pensada para la segunda mitad del siglo XXI (y, por qué no, lo que resta de la primera parte de la llamada Era de la Información) no puede estar al margen de esos avances. El cabal entendimiento de conceptos ya tradicionales como "el miembro fantasma", de la plasticidad cerebral, de la estrecha relación entre las funciones cognitivas y actitudinales llevarán a un nuevo paradigma del campo educativo y pedagógico.
Aunque aún no se ha avanzado lo suficiente en los proyectos arriba mencionados, descubrimientos recientes en las neurociencias nos alejan todavía más de la visión propuesta por Gall hace 2 siglos. Tampoco la neurona como unidad básica del cerebro tiene validez, según Miguel Nicolelis y otros destacados investigadores. Somos una asociación de neuronas multitarea distribuidas en varios sitios y actuando coordinadamente para generar el producto final, emergente, del comportamiento humano. La educación, esa es la conclusión, debe tener en cuenta los nuevos avances en las neurociencias.
(Para ahorrarme otras columnas, les invito a examinar lo que va de Uribe a Santos en el análisis hecho por María Fernanda González y 60 años de Viento Seco, por William Ospina. Complementa una columna anterior la que nos ofrece Alfredo Molano en Memorias de la Guerra. En Colombia no priman 3 derechos fundamentales: a la vida, a la salud y a la educación. Eduardo Sarmiento nos recuerda la comercialización de los dos últimos. Si hubiéramos invertido en educación de verdad...: invirtamos ya!)

1 comentario:

  1. Me parece un comentario altamente acertado y lo comparto. Antes de planear estrategias de enseñanza y aprendizaje poco efectivas, deberíamos realizar estudios más exhaustivos acerca de cómo funciona el cerebro para que tanto docentes como alumnos sean más eficientes.

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