«El futuro de Colombia va a estar
profunda y directamente relacionado con la capacidad que los colombianos
tengamos de organizar la educación; la hija de la educación: la ciencia; y la
hija de la ciencia: la tecnología. Sin la menor duda, este entrelazamiento será
uno de los ejes principales del futuro de nuestro país en el siglo XXI.» Eso
decía Rodolfo Llinás aquel histórico 16 de septiembre, olvidado por todos los
gobiernos que le siguieron.
«Conocí
a Rodolfo Llinás hace unos 10 años, en Bogotá, cuando formábamos parte de un
grupo de pedagogos colombianos convocados por el gobierno para intentar una
reforma orgánica de la educación. Acepté sin autoridad ni convicción, solo por
no parecer contrario a una iniciativa del presidente César Gaviria, y al buen
ejemplo de 20 compatriotas bien escogidos. Me animaba además la esperanza de
que los resultados disiparan mis dudas congénitas sobre la enseñanza formal.» Esta
reflexión la escribió García Márquez 10 años después, prologando en español el
libro de divulgación de Llinás sobre las neurociencias (El cerebro y el mito del yo).
No es por casualidad que
casi todos los libros producidos por La Misión, teniendo como editor principal
al doctor Vasco, 7 tomos en total, se refieran exhaustivamente a la educación. Educación
para el Desarrollo fue el II.
A este siguieron Investigación y educación para el desarrollo, Ciencia y
educación para el desarrollo y Creatividad, formación e investigación. Educación, ciencia e instituciones completó
la serie. Tampoco es casualidad que productos posteriores de algunos de los sabios hayan
sido sobre la educación y cómo hacerla bien hecha, sobre cómo evitar, como lamentara
Einstein, que la escuela acabe con la imaginación y la creatividad de niños y
niñas. Eduardo Aldana Valdés es bien conocido por el Proyecto Innovar y
los Institutos para la Innovación Regional, posteriormente los CERES, o Centros
Regionales de Educación Superior. Sus méritos y los de Carlos Eduardo Vasco,
educador de vocación aunque su profesión y su pasión reconocida sean las matemáticas, hicieron a ambos
acreedores a la Condecoración Simón Bolívar, máximo galardón o reconocimiento otorgado
por el Ministerio de Educación Nacional. El Proyecto Cosmología para la
Enseñanza de las Ciencias, proyecto desafortunadamente poco conocido diseñado e
impulsado por Llinás, propone innovaciones en la enseñanza que bien vale la
pena retomar. Méritos y logros destacados en la enseñanza a nivel superior han
tenido prácticamente todos los comisionados. “Un país al alcance de los niños”
ha sido el sueño mayor, no logrado aún, de Gabriel García Márquez. Y si hemos
de premiar por la obra de toda una vida a un colombiano dedicado a estos
menesteres, los de la Ciencia, Educación y Desarrollo, o CT+I+S, como podría
llamarse hoy, ese colombiano es el doctor Eduardo Posada Flórez, quien contra
viento y marea ha mantenido durante varias décadas actividades como la de esta
XIII Exposición en Ciencia y Tecnología, y como la que celebraremos el año
entrante, Convención Científica Nacional.
En conversación
con Rodolfo Llinás en su reciente visita, de hace un par de semanas, a Bogotá,
cuando dictó un par de conferencias sobre Arte y Cerebro, se lamentaba el
destacado neurólogo de tanto esfuerzo perdido sin que el Estado Colombiano
hubiera hecho algo significativo por el desarrollo científico, tecnológico y
cultural. Pero Llinás no pierde el ánimo, y ahora nos ofrece nuevas
posibilidades de investigación sobre ese órgano fundamental más desconocido que
la materia oscura y la energía oscura de que está hecho el universo.
Nanoneurociencia debería ser un tema que abordáramos con seriedad, siguiendo el
ejemplo de países desarrollados, al menos para percatarnos de que el cerebro es
plástico, y de que el cerebro de niños, niñas, jóvenes, adolescentes y jóvenes
es tierra fértil, no para cultivar, sino para transformar: para hacer de
Colombia esa patria de la que todos nos
sintamos al fin orgullosos con razón, no la simple “Colombia-Pasión”.
«Todas las borrascas que nos suceden, son señales de
que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas, ya que
no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que
habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca.» Ese fue el mensaje que
Gabo envió a la Universidad de Antioquia con motivo de su bicentenario. Es el
mensaje que puede rescatarse con motivo del bicentenario de la batalla de
Boyacá, cuando se cumplirán 25 años de haberse reunido por primera vez la
Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo. Ellos ya hicieron su labor. Ahora
nos toca a nosotros, o al menos a ustedes, los jóvenes que me escuchan. El
nacimiento del «Buinaima Educador» comprometido con la conformación de un nuevo ethos es también resultado de aquella
reunión ocurrida hace 20 años, gracias a todos los comisionados, en especial al
entusiasmo de Carlos Eduardo Vasco, Eduardo Posada y Ángela Restrepo. Muchas
gracias.
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