No es usual que el Presidente de la República visite alguna de las instalaciones de la Universidad Nacional de Colombia. De hecho es inusual que lo haga, al menos en el Campus de la Antigua Ciudad Blanca.
La representación profesoral se ha manifestado en contra no propiamente de la visita del Primer Mandatario sino del procedimiento utilizado por el Señor Vicerrector de Sede para evitar que la visita fuera conocida previamente por profesores y estudiantes. Es una pena, porque a la postre el fin de la visita era sancionar la ley por la cual se creó la Estampilla pro Universidades del Estado, acto que se realizará en el Auditorio León de Greiff.
Para nadie es un secreto la complejidad del plan operativo y las dificultades que envuelve una visita del presidente en ejercicio a la Ciudad Universitaria. Se sugirió por parte de la representación profesoral que esa visita se hubiera realizado en alguna de las instalaciones externas al Campus, en especial el Convento de San Agustín.
No me consta que Santos haya sido un gran defensor de la Universidad Nacional, como sí lo fue el presidente Alfonso López Pumarejo. Los terrenos por este asignados al Alma Máter fueron muchos más que los que conforman la "Ciudad Blanca" de hoy; muchas hectáreas fueron arrebatadas. También son conocidas las pretensiones de la Empresa Virgilio Barco Vargas, la cual, con apoyo del Estado, intenta apoderarse de una parte vital del Campus, entre ellas la de la Clínica Santa Rosa en construcción y del antiguo "Uriel Gutiérrez".
Sería apresurado juzgar los efectos de la visita antes de que se produzca, seguramente sea algo más que el acto protocolario mismo . En sí misma, la visita es muy positiva bajo las circunstancias actuales de diálogos de paz, mas no la forma en que se dio a conocer, no propiamente la más adecuada. Me temo que muchos de los resultados positivos de la intempestiva visita se echen a perder precisamente por no haber hecho partícipe al profesorado de tan importante acontecimiento. Con un poco de imaginación, extrapolando escenarios de «Diálogos
de Paz en La Habana» al Alma Máter, la visita se pudo pactar de otra manera, no a espaldas del profesorado. Mucho menos causando los traumatismos que señalan los representantes profesorales.
(Después de escrita esta columna nuestra agencia de noticias publicó: protocolo. Una parte puede verse en el último blog, primera entrada, Visita de Santos a la U.)
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